miércoles, 28 de julio de 2010

LOS SUPERHÉROES


Todo el mundo, en un momento u otro, hemos deseado tener superpoderes. Todos hemos querido alguna vez, ser superhéroes, ya sea para solucionar algún marronaco, en el que nos hayamos metido sin querer, o para hacernos la vida más fácil.

Pero no penséis que ser superhéroe es una cosa tan genial, tan divertida y tan fantástica. En realidad es ser una mierda. Siempre con la identidad secreta, teniendo que llevar disfraces estúpidos, y encima salvándole el culo a gente, que seguramente, ni se lo merezcan.
Yo no sería superhéroe, ni aunque fuera gratis, sino echad un ojo a los superhéroes más conocidos, y veréis lo que os digo.

Empecemos por el principio, por ejemplo Superman.




Pues Superman fue uno de los pioneros de este sector. De hecho fue uno de los primeros en darse a conocer, pero en realidad Superman, fue pionero en otra cosa; fue el primer superhéroe alérgico del mundo. Estamos hablando de un señor, que tenía la capacidad de volar, que esto quieras o no, es práctico, porque te ahorras una pasta en gasolina, te evitas atascos, y tener que buscar aparcamiento. Tenía también una fuerza sobrehumana, y una potencia pulmonar, que ríete tú, del lobo de los tres cerditos.

Que yo me imagino cómo serían las fiestas de cumpleaños del chaval cuando era pequeño, toda una tragedia. Que le vendría la abuelita con un pastel, cantando; “¡¡Cumpleaños Feliz, Cumpleaños Feliz….!!”. Y las velas encendidas para que el niño pidiera un deseo, y soplara las velas, y de un soplido, seguro que dejaba a la abuela estampada contra la pared, junto con el pastel, las velas…. En fin, vaya infancia más traumática, y más difícil de llevar.

Además, si por lo que sea, el niño, te sale un poco conflictivo, a ver si tienes valor para castigarlo en su cuarto sin salir, que abre la ventana, sale volando, y no lo vuelves a ver. Pero bueno, siempre sería mejor que no te metiese un puñetazo, porque lo mismo no lo cuentas.
Pero luego le venía el villano de turno, porque a los malos de los superhéroes no se les llama malos a secas, no, son villanos, que suenan así como mucho más malotes. Le acercaba una piedrecita verde, y el tío se desmayaba y perdía los poderes. Que yo siempre pensaba que le pasaba porque era poco avispado. Porque tú ves que además, siempre es el mismo tío, el malo de siempre, el Lex Luthor, algo así como el calvo de la Lotería, pero con peores intenciones.
Pues yo pensaba, vamos a ver Superman, si te viene el calvo este, con la piedra verde, pues tú ni te acerques ni nada, tú sóplale, y ya está.

Además Superman tenía una vida normal, aparte de ser un superhéroe alérgico, que salvaba al mundo, de día era periodista. Clark Kent se llamaba. Y claro, iba vestido como van vestidos los periodistas habitualmente, traje de pantalón y chaqueta, camisa, zapatos, gafas, (quedaos con el detalle de las gafas, que es superimportante), un peinado ultraengominado, y luego se metía en la cabina de teléfono se cambiaba de ropa, y la gente decía;

- “¡¡Ahhh!!, ¿Quién es este misterioso desconocido?”

A ver, que sólo se ha quitado las gafas, que no se ha puesto un casco ni una máscara, sigue siendo el mismo tío.

Otro de los colegas del gremio es; Spiderman.



A mí nunca me ha caído mal, pero para mí es; el niñato con más suerte del planeta. Spiderman, antes de ser Spiderman, era simplemente Peter Parker, Pedrito le llamaban en clase, y claro, era el típico chaval marginado al que todo el mundo le hacía Bullying, se metían con él, le robaban el dinero para el desayuno, y esas cosas. Y eso te deja marca, y tanto Bullying, tanto Bullying, acabó saliendo artista, que estas cosas es como acaban siempre. Fotógrafo en este caso. Y consiguió curro en un periódico de la ciudad. Y un día le enviaron a hacer un reportaje a un laboratorio de Bio-tecnología, que esto es lo más normal del mundo, y se ve que en el laboratorio este, una araña se escapó, (que también eran cuidadosos los del laboratorio), pues esta araña le pegó un mordisco, y le transfirió todos sus poderes. Esto es sólo estar, en el lugar indicado, y en el momento preciso.

Porque si a este chaval, en vez de enviarlo a un laboratorio de Bio- tecnología, lo llegan a enviar al zoo, y en vez de morderle una araña, le muerde un hipopótamo, ya me dirás tú ¿qué superpoder sacas de ahí?, ¿el poder de bostezar muy fuerte?. Eso siempre suponiendo, que el hipopótamo no se lo cargase del mordisco, que no es lo mismo una picadura de araña, que un bocado de hipopótamo. Pero bueno, tampoco nos pongamos en lo peor.

Se diseñó un traje así de licra, y encima éste se hizo el traje de color rojo y azul, quiero decir, Spiderman claramente era culé, era del Barça, si no de qué.

Y luego hay otro superhéroe, que yo no sé exactamente de superhéroe, qué es lo que tiene. Porque es el único superhéroe, que no tiene superpoderes: Batman.




Que yo siempre he pensado, este tío nos está tomando el pelo. Es el superhéroe que peor me cae, me da mucha rabia este tío, porque era un pijo y un envidioso de cuidado. Que éste vio a los otros colegas del gremio, que molaban un montón, ahí con sus superpoderes, dijo:

- “¡¡Jopetas, yo también quiero, yo también quiero!!”

Y como los superpoderes en principio, no son como los granos, que te salen aunque tú no quieras, así sin más. Pues hizo lo que hacen todos los pijos cuando no pueden conseguir algo, comprarlo. Tirando de Visa Oro, se compró un traje de cuero negro, con unos pectorales marcado en la armadura para aparentar que estaba más cuadrado de lo que estaba, un casco negro también, con las cejas pintadas por fuera en blanco, algo que yo nunca entendí, se compró también un cinturón multifuncional, que lo mismo te servía de linterna, como de gancho, disparaba misiles, te podías preparar unas torrijas bien ricas para el desayuno. Y luego ya, se compró un coche superpotente, y le hizo tunning.

Además, luego ya con el tiempo, como vio que él sólo no podía, pues hizo un casting, tipo OT, para tener un compañero, y como sólo se presentó un chavalín, que se llamaba Robin, pues lo contrató. Lo que no era normal es que Batman, fuera con el traje supercurrado de héroes, el casco, el cinturón… y el pobre Robin, lo llevara todo el día en pijama por los sitios.
Y para que no le reconocieran, le ponía un simple y sencillo antifaz de color negro. Vamos a ver, eso al Zorro le funcionaba, pero porque era algo innovador en aquella época, pero ahora eso está muy visto, ya no cuela.

Y encima, cuando había una emergencia en la ciudad, la policía tenía una especie de linterna gigante, que tiraba un chorraco de luz al cielo, con el logo del “matao” éste. Vamos a ver:
Primero; ¿tú no sabes que no hay que malgastar energía?, ¡¡que estamos en crisis!!. Y hay que hacer un consumo responsable, que lo dicen por la tele todo el día.

Segundo, vamos a ver chaval, cómprate un móvil, que lo mismo es más fácil para todos, y así ahorramos en luz, y te encontraremos antes. ¡¡Porque sino qué!!, ¿vas a estar todo el día mirando al cielo, a ver si te llaman o qué?.
Y tercero, insisto en lo del móvil, ¿la luz ésta, es mágica?, ¿y sólo la puedes ver tú, o qué pasa?. Que si los malos la ven, se enteran de que ya vienes, y entre el rato que tardas en llegar, ellos ya se han pirado, y ya estarán en sus casas repartiéndose el botín, y partiéndose el culo a tu costa, por “pringao”.

A no ser que, lo de la luz lo hagas a propósito, con toda la intención del mundo, para que los malos se escapen, y tú te ahorres la paliza que te van a pegar, porque en realidad eres un “matao”, con un cinturón.

domingo, 25 de julio de 2010

LAS CINTAS DE CASSETTES


Existen unos seres que tienden a la extinción; las cintas de cassette. Que ya casi no las hay, son como reliquias. Si las quieres ver, sólo las puedes ver en un sitio; en las gasolineras.

Que las tienen allí, como si fueran obras de arte, dentro de unos barrotes de metal con un candado, unas cadenas, unas medidas de seguridad peligrosísimas. Tú puedes ir a una gasolinera, y si quieres robar gasolina, sólo tienes que repostar e irte. Pero si quieres robar una cinta de cassette, tienes que llevar cizalla y soplete.

Están allí de exposición. Yo siempre me he preguntado; ¿quién compra una cassette en una gasolinera?. Hay que estar muy desesperado para ir conduciendo agobiado: -“¡¡Necesito escuchar a María Jesús y su acordeón!!”, “¡¡necesito escuchar a María Jesús y su acordeón!!”, “¡¡en la próxima gasolinera paro sin falta, y me compro una cassette de María Jesús y su acordeón!!”.

Porque claro, esa es otra característica de las cintas de cassette de gasolinera, que siempre sale en la portada, una foto del tío o tía, y el instrumento que toca.

Sale por ejemplo; Francisco. Y sale un señor con una guitarra en la mano, y dices; Francisco toca la guitarra. Obdulio. Y sale un hombre con una gaita, y dices; bien, Obdulio toca la gaita. Feliciano, un tío con una flauta. Pero de repente hay una cassette que pone; Fiesta Caribe, y sale un culo. Y te rompe los esquemas. ¿Esto qué es?, ¿un instrumento de percusión?, ¿es de viento?.

Y se extinguió todo esto. ¿Por qué desapareció este mundo tan bello de la cinta cassette?, Porque llegó el CD. El CD se oía mejor, y tenía las letras de las canciones. Que las cassettes lo intentaron también, sin ningún éxito en un último esfuerzo así, como de escena final de Zorba el griego.
Vamos a poner las letras también, podemos estar a la altura del CD. Y en ese pequeño espacio donde estaba Obdulio y su flauta, doblaban y replegaban un papel con las letras, que aquello lo abrías, y parecía el acordeón de María Jesús, y eso ya no había quien lo volviera a meter otra vez dentro. Quedaba la cassette como un Big Mac.

Luego también estaban, que también se están perdiendo, las cassettes vírgenes. Ya nadie usa las cassettes vírgenes, solamente los forenses, que cogen un grabador de cassette, y se ponen a andar alrededor de un señor, que está abierto como un yogur, y van diciendo obviedades en frases muy cortas, como por ejemplo; “no se mueve, moho en uñas, axilas y ombligo, arañazo en paladar..” Se le va a olvidar, lo tiene que grabar.

Ahora ya nadie, sólo ellos usan las cassettes. Antes por lo menos hacíamos un “varios”. O sea, comprabas una cassette virgen de 60 ó de 90, entonces ibas grabando en un orden supermeticuloso todas las canciones, pero según se acercaba el final de la cinta, decías; “¡¡no me va a caber la última!!”. Y veías que queda muy poquita cinta, y decías; “¡¡no me cabe!!”, “¿qué pongo aquí, una canción cortita o una frase de un forense?”.

Tenían algo muy intrigante las cassettes vírgenes, que es una especie de papelillo con pegatinas, y tú las guardabas con ansia y tesón como si se fueran a revalorizar en el futuro. Eran pegatinas que nunca quedaban bien, ¿por qué?, porque la gente cogía la pegatina la pegaba en la cinta, y luego escribía en ella, y ahí es imposible escribir encima de la cinta. Pero el ansia de pegar y despegar, es mucho mayor, que el ansia por escribir.

Había dos tipos de pegatinas, las interesantes, que eran una especie de franja, donde tú podías escribir, y luego, unas absolutamente inútiles, que eran; una "A", unos números, una guitarra y una clave de Sol en pegatina.

Y después venían las instrucciones super-obvias como por ejemplo; “No eche usted la cinta al fuego”. “No le acerque un imán”. “No se la dé de comer a los peces”. "Manténgala lejos al alcance de los niños".

Y en cambio, lo que te interesaba saber de una cinta, no te lo explicaban. Por ejemplo; ¿Qué hacer cuando una cinta se desmelena?. Que le salen todos esos rizos para afuera. Y ahí te pueden decir por ejemplo: “En caso de que la cinta se desmelene, meta usted un bolígrafo BIC, o en su defecto, un lápiz de avispa, (los que tienen rayas negras y amarillas), y vaya usted girando, hasta que se quede otra vez normal”.

Y luego ya al final, la cinta, que es una pena, intentaba modernizarse, porque se estaba quedando atrás, porque llegaba el CD pisándole los talones. ¡¡Intenta rebobinar un CD con un bolígrafo!!, no te lleva a ningún lado. Y llegaba el CD pisándole los talones, y dijo la cinta; “me voy a modernizar”, “me voy a hacer transparente”.

O sea, antes eran negras, y dijeron; "¡¡no, no, nos podemos hacer transparente!!", y llegaron las cintas transparentes, y dijeron; “¡¡esto es el futuro!!”.

Pero eso ya lo habían inventado las medusas mucho antes, y nadie se lo había tenido en cuenta.

sábado, 17 de julio de 2010

EL MERCADONA


No os creáis que es fácil hacer la compra allí. Tienes que llegar, eso es un agobio, coger un carro que está encadenado, como si fueran rottwailer, porque esos carros tienen vida propia. No creáis que fácil manejar el carro. Coges el carro. – Vamos para allá. (No sé tú, pero yo voy para el otro lado).

Entonces llegas allí y dices; Naranjas, naranjas, ¡¡qué difícil es comprar naranjas!!. Primero hay que ponerse unos guantes, que yo me he duchado, pero bueno, no vaya a ser que vaya a intoxicar al personal, hay que meter las naranjas en una bolsita, después pesarlas, darle a un numerito, te sale la etiqueta, pegarla en la bolsa y después cerrarla, en un aparato que tiene que salirte a la primera, bajo presión de tres madres que te están mirando, como diciendo; “¡¡no sabe cerrar las bolsas!!”. “¡¡Que yo no soy frutero!!”. “¡¡Que son naranjas, que menos mal que son naranjas, si hubiese sido una sandía no sé que hubiera hecho!!”. ¿Las sandías se pesan?. Porque las sandías no caben en la bolsitas. Que lo mismo hay que partirla en trocitos y pesarla.

Allí hay gente hasta ludópata, paso por charcutería y la gente jugando al bingo; “¡¡El trentaisiete!!”. ¡¡Que a mí no me han dado cartoncito nadie!!.

Pero la gran duda son los yogures. ¿Se puede coger uno, o por narices te tienes que comprar los cuatro?. Porque claro, te ponen el cartoncito. Te lo ponen para que caigas, y te lleves los cuatro. Que hay Danones que unen cuatro, otros cartoncitos que unen doce, porque son surtidos. Otros surtidos de ventisiete... ¿Habéis visto por las autovías, camiones enormes custodiados por dos furgonetas con sirenas naranjas, que dices; ¿llevarán alguna viga?. ¡¡Pues no!!, lleva un surtido especial de setecientos cincuenta yogures, por si algún tonto los compra.

Y por cierto, a mí los surtidos me tocan las narices. Porque siempre hay alguno, que no te gusta, los de limón y los de coco, que parece que Danone no se da por enterado. Si ya aceptamos que nos meta los de macedonia, que no te creas que nos gusta mucho, pero bueno, como tiene dibujitos de fruta, aceptamos barco... Pero los de chocolate, que son los que nos gusta, en los surtidos, ni de coña, los de limón y los de coco. ¿Por qué?, porque saben que sueltos no los venden, y te lo meten en los surtidos. Saben que los compran, las madres y las abuelas.

Que llegas al frigorífico de tu abuela, y ahí está, el yogur de limón haciendo guardia. Danone lo sabe, y está jugando con los sentimientos.

domingo, 11 de julio de 2010

LOS PORTARROLLOS


Los portarrollos de papel higiénico, son unos pequeños seres absolutamente imprescindibles, para la permanencia de la raza humana en la Tierra.

Si mañana desaparecieran todos los portarrollos de las casas, nos extinguiríamos al momento. Algo tan terrible parece difícil de creer, de entender y de asimilar. Pero para poder entender este concepto, hay que conocer la historia del portarrollos desde sus orígenes.

Como todo el mundo sabe, el primer portarrollo fue el tallo de un helecho. No fue fácil llegar a esa idea. Imaginaos a los pobres Adán y Eva la primera vez que van al cuarto de baño, sin saber nada, y al terminar se encuentran con el pastel.

- Eva, ¿me dejas tu hoja de parra?
- ¿Para qué la quieres?
- No, es que… creo que se me está saliendo el barro de dentro.
- No, no, no, la hoja de parra no. Toma estas ortigas.
- Vale…. ¡¡Ay!!. Dame otra cosa.
- Toma este cactus.
- Vale…. ¡¡Ay!!. ¿Qué más hay?
- Tengo un erizo. ¿Te lo paso?

Los comienzos siempre son duros. Hasta que, por fin, encontraron el helecho. Y fue tan grande el alivio que Adán y Eva, por fin, se pudieron sentar a disfrutar del Paraíso. Inmediatamente después de Adán y Eva llegaron los años sesenta. Muchos notarán que entre Adán y Eva y los años sesenta hay un salto un poco grande. Cierto. Pero es que todos los textos y documentos sobre portarrollos comprendidos entre esos años se han perdido. De esa época no hay ni un solo dato sobre los portarrollos. Es lo que los estudiosos de los portarrollos hemos acordado llamar: “época de la que no hay ni un solo dato de los portarrollos”.

Vinieron los años sesenta. En aquella época los portarrollos eran empotrados, como los armarios. Eran huequecillos horadados en la pared. Eran una cosa en la que tenían que pensar los arquitectos: “Un momento, un momento…, ahí no puede ir un portarrollos, que eso es un muro de carga”.

Luego llegó el esplendor de los setenta. Era una época de portarrollos de acero, que tenían una tapa con dientes afilados como encías de galápago. Ibas a coger el papel, y tenías miedo de que te mordiera el portarrollos. Era como meter la mano dentro de la boca de un cocodrilo con ortodoncia. Todavía quedan algunos de esos primitivos portarrollos. Te sientas, ves el papel asomando, los dientecillos de metal, y parece el ticket de una máquina registradora. Piensas que tal vez, cuando termines, va a salir la cuenta.

No sería mala la idea, podría haber suministro municipal de papel higiénico, como el agua y la luz. Tú usas y te llega la cuenta del mes: “Este mes ha ido usted poco al váter. Tantos euros”. “Este mes ha tenido usted diarrea. ¡¡Zaca!!”. Una factura que te cagas. Y si un mes no puedes pagar, te cortan el rollo.

Luego vinieron los años ochenta, una época de aparente cambio. La gran aportación de los años ochenta al portarrollo fue, el cilindro de plástico blanco con muelle, esa especie de amortiguador de coche en pequeño.

Hasta hoy, esto es todo lo que se sabe de los portarrollos. Pero quedan dudas: ¿A qué lado pone el portarrollos, una familia en la que hay un 50 por ciento de zurdos?. ¿Qué fue antes, el rollo o el portarrollos?. ¿Cómo son los portarrollos de los taxidermistas?. ¿Un tigre en el váter, con la boca abierta?.

viernes, 9 de julio de 2010

miércoles, 7 de julio de 2010

LA REVELACIÓN



Caminando el martes pasado por la calle, muy de mañana, cuando un hombre extraño, (a quién no conocía) me abordó y me dijo: “la verdad revelada es ésta: que todos los animales, todos sin excepción, se vuelven racionales durante cinco minutos en algún momento de sus vidas.

En esos cinco minutos comprenden lo que son, para qué están aquí y cuál es su futuro. Entienden el cosmos, entienden la Creación y conocen el papel de cada uno en el engranaje de la vida. Después de esos cinco minutos, que suele pasar de pie, inmóviles y alucinados, vuelven a ser irracionales y prosiguen con sus vidas, sin tener jamás recuerdo alguno de aquel tiempo en el que fueron plenamente conscientes de sí mismos y del Universo".

Miré a aquel hombre y no dije nada. Estaba asustado de lo que acababa de oír. Lo rodeé y me alejé tan deprisa como pude. Entonces, de repente, me entraron ganas de hacer pis y busqué una farola. Levanté la pata y ¡¡anda!!, ¡¡si hay otro perro!!.

Voy un momento a olfatearle el culete. Si me disculpan…