El ser humano, tiene muchas características intrínsecas, es decir, las personas partimos de unas acciones naturales, por ser quienes somos.
Una de ellas, es el tocar las cosas, y dejarlas peor de lo que están. Sí. Acciones como intentar quitarse una pestaña del ojo, con el dedo índice... ¿Quién no se ha intentado quitar una pestaña del ojo, y más adelante, ha querido quitarse el ojo de la rabia?. Coger algo del supermercado, y luego no saber dónde estaba, y dejarlo en el primer sitio que has visto, cambiar el brillo de la televisión, y asumir que ya nunca más, volverás a ver la imagen nítida...
Pero si en algún ámbito, fastidiamos las cosas con simplemente tocarlas, es en la informática.
Un solo "click", te puede llevar a la desgracia más absoluta. Porque tú estás tranquilo en tu PC, y de repente, aparece una ventana, con un sonido apocalíptico. ¡PUM!. Y te pone: "Error, la aplicación debe cerrarse". Y te da a elegir dos opciones: aceptar o cancelar. Hay trampa, lo sabes. Ahí una gota de sudor, que cae por tu frente. La presión te puede. En el momento en el que ha aparecido esa ventana, acababas de escribir tus memorias, y de revisar las faltas de ortografía. "Si le doy a aceptar - piensas - se supone que aceptaré el error, y todo se cerrará bajo mi consentimiento".
Y pulsas cancelar. Y se te cierra.
Hay veces, que nuestra naturaleza humana, trasciende cualquier otra cosa, como una recomendación. El otro día estaba en casa de un amigo y me dijo:
- ¡¡No toques eso!!.
- ¿El que esto?
Y claro, lo toqué.
Está claro, que las personas somos imperfectas. De no ser así, no se habría inventado cosas como los juegos de entrenar la mente. Y sobretodo, si las personas hubiésemos sido perfectas, se perdería una de las mayores cualidades humanas, reírse de sí mismas.
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