sábado, 31 de octubre de 2009

AMOR A PRIMERA VISTA


Manolo Palmas era un señor muy mañoso.

Siempre dispuesto a echar una mano a quien se lo pidiera, era considerado un manitas por el vecindario.

Un día, Manolo se encontraba dándole una mano de pintura a una pared, cuando vio cruzar a una chica de esas a las que todos intentan meter mano.

Un hombre bastante desagradable, que estaba en un andamio de una obra, le gritaba cosas que ninguna señorita decente debe escuchar.

Manolo, sintiéndose un héroe al rescate, corrió hacia allá, subió al andamio y, ante la mirada atónita del hombre, le soltó un manotazo que le lanzó de cabeza a una hormigonera.
“Se me ha ido la mano”, pensó. La chica le esperaba tímidamente. Manolo le tendió una mano.

- Me llamo Manolo. Todo el mundo me llama “Mano” porque
soy mexicano.
- Y yo Dédala. Pero como soy tan bajita, me llaman cariñosamente
“Pulgarcita”.
- Perdóneme por ser tan impulsivo, pero pensé que necesitaba
que alguien le echara una mano.
- Está disculpado, al del andamio le faltaban dos dedos de frente.
-¿Puedo invitarla a algo? Hay un café que nos pilla muy a mano.
- Bueno –se sonrojó Dédala– pero no me gusta beber mucho,
si acaso un dedo…

Manolo y Dédala iniciaron un romance corto y decidieron casarse. Faltaba poco para la boda, los días se podían contar con los dedos de una mano. Aunque no querían invitar a mucha gente, alguien había puesto la oreja y la noticia había corrido de boca en boca. Un día Manolo pensó que a lo mejor no tenía mano para las mujeres.

Su amigo Casimiro, consiguió disipar sus dudas. —¡¡Sólo tienes que echarle narices!! –le dijo.
La boda fue preciosa, el jefe de Dédala, el señor Lamelas, fue el encargado de dar el discurso. Tenía una lengua de oro, ese hombre.

Durante toda su vida, a Mano y Pulgarcita les fue todo con buen pie. ¿El final de la historia? Tuvieron un bebé bastante cabezón.

viernes, 30 de octubre de 2009

LOS BOTONES


Hoy quería hablar, acerca de unos pequeños seres que son: los botones.

Los botones, no son buena gente. Un día, de repente, tienes prisa, te tienes que poner la camisa a toda velocidad, y ellos se resbalan, no caben en el ojal. ¡¡No colaboran!!.

El problema de los botones, es que, su vida depende un hilo, y a nosotros nos da igual. Muchas veces pasa. Tú miras un botón, y te das cuenta de que, le sale un hilo. Y sabes, que si tiras de ese hilo, el botón deja de ejercer su profesión. Pero no lo podemos evitar. Tiras del hilito y..... ¡¡piuuuuu....!!, pero bueno, lo coses y ya está.

Hoy en día, perder un botón, no es un problema. Porque, no sé si os habéis fijado; ahora las camisas, traen su fila de botones, y luego, abajo del todo, uno que no tiene donde abrocharse.
Que yo lo cogía y decía: - “¡¡A ver si es que, se me ha caído un ojal!!”.
¡¡Pues no!!, ese botón es como la rueda de repuesto.

Si es que, los botones son unos pesados. Por eso se inventó la cremallera. Bueno, pero las cremalleras; se estropean. De repente, la subes y te pasa una cosa superdesconcertante; se abre por abajo.
O se te atrancan, que es peor.

Te vas a subir la cremallera, y no sube. Y tiras, y no sube. Y dices; “¡¡Ya no tiro más, si no quiere, no quiere!!”.

Y todo esto ocurre, porque no tratamos con el cariño que se merece a los botones, y a las cremalleras. Tratemos con cariño a los botones, y a las cremalleras.

A las cremalleras, porque se estropean, y a los botones, porque dependen de un hilo.

lunes, 12 de octubre de 2009

LAS FLORES


Si un señor se enamora de una señora, corta flores. Imaginaos que un geranio se enamora de una gerania, y como símbolo del amor, llega el geranio y le corta la cabeza a un ser humano. Pues le cogeríamos rabia al amor.

Para las flores, el Día de los Enamorados es una carnicería, es la Matanza del Día de San Valentín.
Y cuando un señor duda, las flores se cagan: “¡¡Me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere...!!”. Es la tortura más cruel, que he visto en mi vida.

Imaginad a un gladiolo, que no sabe si su amada gladiola, le quiere... Y coge a un señor, y le va arrancando los brazos, las piernas, las orejas.... Somos unos cobardes, ¡¡que sólo nos atrevemos con las margaritas!!, ¡¡que son las flores más débiles!!. ¿Por qué no deshojamos un cactus, o una planta carnívora?.

¡¡Qué mito son las plantas carnívoras!!. No entiendo por qué nos fascinan tanto. Lo normal es que, una planta coma carne, ¿no?. No va a ser vegetariana: ¡¡eso sería canibalismo!!.

Es justo que las flores odien el amor. Por eso las rosas tienen espinas, es la única manera que tienen de vengarse de nosotros. Ésa, y costando doce mil el ramo.

domingo, 11 de octubre de 2009

COSAS QUE NOS FASCINAN DE PEQUEÑOS


Hay cosas que nos fascinan cuando somos pequeños, pero que, los mayores no nos dejan hacer.

Tocar el mercurio de los termómetros, meternos en el agua hasta que se nos arruguen los dedos, mirar a las excavadoras, o a un señor que está soldando un metal.

O morder cosas, como, por ejemplo, las casitas del Monopoly. Es algo que no se puede evitar. Cuando eres niño, no necesitas los sabores, te los imaginas. El hotel, como es rojo, es de fresa, y la casa, que es verde, es de menta.

Otra cosa que nos encanta, es tirarnos por el suelo. Vas a los sitios reptando y soltando mucosidad, dejando un hilito, un caminito de baba. Si desarrolláramos caparazones, seríamos caracoles. Aunque, la verdad, ¿para qué queremos llevar una casa a la espalda?. ¡¡Si podemos llevar las del Monopoly en la boca!!.

Otra cosa que nos fascina, cuando somos pequeños, es bañarnos hasta que se nos arruguen los dedos. En la bañera, en la piscina, en la playa... la cosa es arrugarse. Y los mayores, una vez más, no lo entienden. Las madres hacen una cosa terrorífica para sacarnos del agua, que es contar hasta tres: “¡¡Una....!!”, “¡¡Dos....!!”, “¡¡Dos y....!!”, y ahí hacen una pausa tan dramática, que dejas de hacer lo que estás haciendo.

Lo curioso es que, es una amenaza abstracta. No es concreta, ignoramos lo que pasaría si llegasen a tres.

La cuenta es tan terrorífica, que aún no se ha dado el caso.

Llega un día, en que todo eso, deja de gustarnos. Arrugarnos en la playa, ir por la calle dando patadas a una lata, jugar con el mercurio de los termómetros... El día en que deja de gustarnos, es el día en que nos hacemos mayores. Y el día en que se lo prohibimos a hacer a un niño, es el día en que morimos. Metafóricamente hablando, claro.

sábado, 10 de octubre de 2009

LAS MENTIRAS


Entre las cosas extrañas, que hacemos los seres humanos, es nuestra extraordinaria capacidad para decir mentiras, sin querer. Es una capacidad rara. No hablo de mentir, hablo de mentir sin parar, creyendo que decimos la verdad.

Por ejemplo; tú estás charlando y alguien, de repente, afirma: “¡¡Si es que, los perros, son más inteligentes que las personas!!”. ¿Cómo que los perros son más inteligentes que las personas?. ¡¡Pero qué mentira más grande!!. Dile a un perro, que se conecte a Internet, ¡¡a ver si sabe!!.

Los perros, como mucho, te dan la pata o te traen una pelota. Lo que pasa es que, son cariñosos, pero eso es otra cosa.

Otra mentira, que decimos, creyendo que decimos la verdad: “¡¡Si no cambias de colchón cada diez años, no tienes colchón!!”. ¿Cómo que no?. Yo tengo uno, desde hace once años, y ahí está. Duermo en él, y es mi colchón.

Es que hablamos sin pensar, y decimos cosas como: “¡¡Te lo digo con el corazón en la mano!!”. ¡¡Mentira!!. Eso sólo te lo puede decir, un cirujano, en medio de una operación a vida o muerte.

Hay una gran mentira, que decimos mucho, porque tiene un gran poder de convicción. En la situación que sea, tú sueltas: “¡¡Es que, me lo ha dicho un pajarito!!”. Y la gente no dice nada al respecto. Pero con lo del pajarito, la gente se queda como más conforme, como diciendo: “¡¡Pues si se lo ha dicho el pajarito ese, pues ya está!!”

viernes, 9 de octubre de 2009

ENTREVISTA CON UN MACHO DE MANTIS RELIGIOSA


- ¡¡Buenas tardes!!

- ¡¡Cierre esa puerta!!, ¿le han seguido?

- No creo. Oiga, los gorilas de la entrada, ¿quiénes son?

- Agentes federales del programa de Protección de Testigos. Me protegen

- ¿De qué?

- ¡¡Dios!!. ¡¡De ella!!. De Mariloli

- ¿Mariloli?

- ¡¡Mi señora!!

- Disculpe, pero no le sigo

- ¿No se entera?. ¡¡Me quiere comer!!

- No exagere. Don Marcelino

- Llámame Marce. Es como me llaman los amigos

- ¡¡Quite, quite!!. A ver, eso de que le quiere comer su mujer...

- ¡¡Empezando por la cabeza!!

- ¡¡Pero bueno, eso también me lo dijo la mía el otro día, y me lo tomé bien!!

- ¡¡Ah!!. ¿Su mujer es una mantis religiosa?

- Bueno, ella.... a su manera. No va mucho a misa.... Yo voy por los dos

- ¿De qué puñetas habla?. ¡¡Que si es una insecto de mantodea, de la familia Mantidae!!

- ¿Mantidae?.... no. Martínez de primero. El apellido de su madre es Troquera.

- ¡¡Ay, Dios!!

- ¿Reza usted?

- ¡¡Hijo!!, ¿sabe usted algo de las mantis?

- Que me gustin, porqui dan calorciti, cuando tengui frií