Entre las cosas extrañas, que hacemos los seres humanos, es nuestra extraordinaria capacidad para decir mentiras, sin querer. Es una capacidad rara. No hablo de mentir, hablo de mentir sin parar, creyendo que decimos la verdad.
Por ejemplo; tú estás charlando y alguien, de repente, afirma: “¡¡Si es que, los perros, son más inteligentes que las personas!!”. ¿Cómo que los perros son más inteligentes que las personas?. ¡¡Pero qué mentira más grande!!. Dile a un perro, que se conecte a Internet, ¡¡a ver si sabe!!.
Los perros, como mucho, te dan la pata o te traen una pelota. Lo que pasa es que, son cariñosos, pero eso es otra cosa.
Otra mentira, que decimos, creyendo que decimos la verdad: “¡¡Si no cambias de colchón cada diez años, no tienes colchón!!”. ¿Cómo que no?. Yo tengo uno, desde hace once años, y ahí está. Duermo en él, y es mi colchón.
Es que hablamos sin pensar, y decimos cosas como: “¡¡Te lo digo con el corazón en la mano!!”. ¡¡Mentira!!. Eso sólo te lo puede decir, un cirujano, en medio de una operación a vida o muerte.
Hay una gran mentira, que decimos mucho, porque tiene un gran poder de convicción. En la situación que sea, tú sueltas: “¡¡Es que, me lo ha dicho un pajarito!!”. Y la gente no dice nada al respecto. Pero con lo del pajarito, la gente se queda como más conforme, como diciendo: “¡¡Pues si se lo ha dicho el pajarito ese, pues ya está!!”
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