lunes, 25 de abril de 2011

LAS SOMBRAS



Las sombras existen porque en el mundo no hay suficiente luz para iluminarlo todo. Un día dijo Dios; “Hágase la luz”. Así, en plan todopoderoso, sin pensar en que, sólo en materiales, eso es una pasta y, claro, se quedó sin presupuesto. De lo contrario no se explica que pusiera nada más que un Sol para iluminar un planeta que además es redondo.

Las sombras tiene la mejor virtud de los peores olores: la fidelidad. La sombra, al igual que el olor a sobaco, te sigue a donde vayas, cueste lo que cueste. Cuando un avión va por el aire, la pobre sombra va corriendo por el suelo, que es más cansado. A veces el avión pasa por encima de unas montañas que casi le rascan la tripa y, como un día la sombra esté cansada y se le ocurra subirse al avión, se monta un pollo de los gordos.

A la hora de aparcar siempre buscamos una sombrita, si no, luego no hay quien se meta en el coche. Encuentras un sitio a la sombra, aparcas y te vas. Pero la sombra es traicionera, espera a que te vayas y cuando no miras, se mueve y te deja el coche al solazo. Luego vuelves al coche y cuesta mucho meterse dentro, porque hace un calor raro. Es como meterse dentro de un ñu con fiebre. Y huele raro. Huele a calor. Hay que entrar haciendo apnea. Coges aire y te metes a ver cuánto aguantas.

Es curioso, la sombra es lo que más abunda en el universo, pero es imposible encender una. No hay una linterna que, al darle al botón, eche sombra. Es una pena, porque tendría mucho éxito en Sevilla en verano.

La sombra de algunas dudas se cierne sobre las propias sombras. Por ejemplo, ¿por qué los negros no tienen la sombra blanca?, ¿pesa más la sombra de un bebé o la sombra de un anciano?, ¿es cierto que los chinos tienen sombras chinescas?, ¿hay sombras en un cuarto oscuro? Nunca lo sabremos.

jueves, 7 de abril de 2011

LAS MIGAS



Las migas, unos de los seres más ninguneados de la Tierra. Son las únicas que están ahí cuando las necesitas.

En ese momento en que has acabado de comer, cuando la conversación empieza a ser aburrida porque los mayores hablan de la inflación o del Euribor… bajas la mirada y sólo están las migas. Miras a las migas, las migas te miran a ti…. y ambos os miráis como diciendo “¡¡Qué coñazo!!, ¿no?. ¿Qué hacemos entonces?.

Arrejuntar las migas. Las reunimos, las separamos por tamaños, por formas… como si luego las fuéramos a reciclar. Miga dura, al contenedor de miga dura; miga blanda, al contenedor de miga blanda; semillita de sésamo, al contenedor de semilla… ¡¡Hay quien ha llegado a reconstruir la barra de pan!!.

Cada persona genera distinto tipo de migas. “¡¡Dime qué tipo de migas dejas, y te diré que eres!!”. Está el que se come sólo la corteza, ese que va descascarillando el pan poco a poco, arrancándole trocitos con la uña y llevándoselos a la boca. Luego está el que se come lo blando y deja lo duro. Eso es más difícil porque hay que horadar una pequeña madriguera en la corteza y luego ir extrayendo miga a miga. Y por último está el que cuando ha acabado de comer, todavía tiene el pan entero. Los demás lo miran con ojos golosetes, como diciendo: “¡¡Saltamos a la de tres. Para mí lo duro y para ti lo blando!!”.

Podríamos hablar días, incluso horas, sobre las migas y, realmente, lo único que hay que saber es que se dividen en dos tipos: migas duras y migas blandas. La miga blanda tiene dos cualidades que la hacen muy cotizable: es amasable y lanzable. No hay celebración digna que no acabe en guerra de bolas de miga de pan.

A la gente le gustan las migas. De hecho hay un plato que se llama; “migas”. Es un plato delicioso y sobre todo muy económico. Y al final, para recoger las migas, tenemos varias opciones; recogerlas, soltar una gallina o en su defecto, un oso miguero.