sábado, 22 de enero de 2011

LA CROQUETA QUE QUEDA


Hablemos de un pequeño ser, al que no se le trata con el respeto que se merece: la croqueta que queda, la que nadie quiere, la de la vergüenza.

Que le digo yo a mi madre: - “¿Para qué la haces?. Haz las demás, pero ésa no. Es muy sencillo, cuando las tengas todas amasadas y las vayas a echar a la sartén… deja una fuera”.

Esa croqueta lo pasa mal viendo cómo la gente escoge a sus compañeras. Y ella en el plato: -“¡¡Cógeme a mí, cógeme a mí…!!”. Es como cuando en el recreo del colegio se elegían los equipos para jugar al fútbol. Que iban eligiendo a los buenos, y al final quedábamos sólo los tullidos, y un gordo humillado. Yo creo que la croqueta que queda, tiene que estar acomplejada. Seguro que se mira a sí misma, y se pregunta:

- ¿Seré gorda?

- No, amiga croqueta. Si fueras gorda, desaparecerías la primera.

Lo malo es que cuando queda una croqueta sola en el plato, a todo el mundo, mágicamente, se le acaba el hambre a la vez. Nadie se atreve a dejar el plato vacío.

La gente siente como si estuviera extinguiendo una especie en peligro de extinción. Como si estuvieran comiendo un lince ibérico o un orangután.

También sucede a gran escala. Imaginemos una mesa grande con cinco platos de croquetas. Los comensales atacan como aves rapaces, pero cuando sólo queda una croqueta en cada plato… ¡¡A todo el mundo, se le acaba el hambre a la vez!!.

Queda una croquetilla sola en cada plato, hasta que, de repente, un especialista en logística del piscolabis, en un alarde de genialidad, coge los cinco platos y reúne a las cinco croquetas en un solo plato. Yo me pregunto, ¿de qué hablarán esas croquetas, que se acaban de conocer?:

- A ti tampoco te han cogido, ¿no?

- Yo es que tengo un borde quemado.

Y es curioso nuevamente, cuando están las cinco en el plato, la gente vuelve a tener hambre. Vuelven a coger croquetas, hasta que sólo queda una. Y a esa croqueta que queda, sí que le tiene que entrar una depresión atroz.

Abandonada en el plato, fría, con la barriga lisa. Te da la sensación de que, si le das la vuelta con un palo, va a tener debajo bichos bola, ciempiés…

Esa croqueta está fría de miedo. La pobre sabe que sólo le cabe esperar el descuartizamiento. Porque nadie se atreve a dejar el plato vacío, y el próximo que pase por ahí con un tenedor dirá…

- Pues yo me voy a coger media.

- Pues yo, la mitad de la mitad.

- Yo, la mitad del cuarto que queda.

- Y yo, la mitad de la mitad de la mitad de la mitad.

Creo que se ha llegado al átomo de croqueta.

La próxima vez que veáis a la croqueta que queda, miradla a la cara si sois capaces. No es sencillo, nada hay más difícil que, saber cuál es la parte de delante y cuál la de atrás de una croqueta. Es imposible saber si una croqueta viene o va, sólo sabemos que está. Y que está triste. Entre otras razones, porque una croqueta no puede jugar a la Wii.

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