Un gato está descansando, como siempre
hacen los gatos. Está en el borde de una ventana, está muy contento
porque acaban de aislar la ventana. Afuera hace mucho frío, está a
menos veinte grados, y dentro está muy calentito, le gusta descansar
en ese límite del calor, justo donde empieza ya el frío, y antes no
podía porque entraba corriente, pero ahora han aislado la ventana y
el gato está supercontento, descansando al lado del frío.
Y de repente ve un OVNI enorme en el
cielo, un OVNI como una ciudad de grande, y sólo un nanosegundo en
el aire. Estos OVNIs que van a una velocidad increíble, que hacen
que sean invisibles cuando surcan el cielo, frenan en seco, y luego
se van igual de rápido, porque el único testigo de ese OVNI
demencialmente grande es el gato este, nadie más en la ciudad lo ve.
El OVNI aparece y se va, y el gato lo
ve, y dice; Miau, y se vuelve a dormir, porque es un gato y no lo
explica a nadie, cae en saco roto ese avistamiento. Es un gato, no
piensa en explicarlo porque no habla. Lo ve y dice; esa luz, es una
cosa rara. Ha levantado la cabeza, ha mirado y se ha vuelto a dormir
y lo ha olvidado incluso, y es una pena que este gato no lo va a
valorar. Y es una pena que los gatos y los OVNIs sea un teléfono
roto que no funciona.
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