El móvil ha tomado el control de
nuestras vidas, hasta llegar a convertirse en algo que ya forma parte
de nosotros mismos. El ejemplo claro está en que se dice; “Yo soy
Vodafone”, ¿Tú que eres? ¿Yo? Yo soy Movistar. No decimos; “la
compañía que gestiona mis gastos telefónicos es Vodafone” o
“tengo Vodafone”, sino, “Yo soy Vodafone”.
Como si fueran unas de las
características íntimas que nos definen como persona. “Hola, soy
Luis, soy hombre, soy vegetariano y soy Movistar”. Es algo que sólo
hacemos con el teléfono. Nadie dice; “Soy Unión Fenosa”, o
¡¡eh!!, ¿tú eres Playstation? Pero sí decimos: “Juan es
Orange”.
Y es que tenemos asumido que el
teléfono somos nosotros, de hecho decimos; “No puedo hablar mucho
más, me estoy quedando sin batería”. Como si en lugar de una
persona fueras un robot. Somos esclavos del móvil, somos tan
esclavos del móvil que pensamos que es superior a nosotros, se ve
claro cuando alguien dice; “Este teléfono es libre, pero yo.... yo
soy Vodafone”. Él puede hacer lo que quiera, ir donde le plazca,
yo no, yo tengo permanencia, tengo que permanecer aquí.
Y el móvil se da cuenta de todo esto,
y aprovecha nuestra debilidad. Todas esas veces que marcas, y te
dice: “La persona a la que llama, no está disponible en este
momento”. Como si el móvil te dijera; “Eh, tío, yo sí que
estoy, es la persona la que te ha fallado, estoy aquí dándote el
cien por cien, conmigo puedes contar, pero las personas...... de esas
no te puedes fiar, de hecho mira, cuéntame la información
confidencial que quería decirle y yo se la daré tal cual, pero
espera, espera..... no hables todavía, habla después de la señal
que yo te daré, porque no lo olvides, aquí mando yo.
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