Hola. Soy el monstruo de debajo de la cama.
Tengo miedo, la gente no me comprende.
Cada noche me acurruco bajo un somier opresor, que parece que respira, arriba y abajo, al ritmo de inspiración y espiración del monstruo que hay sobre mí.
Tiemblo, tiemblo mucho, demasiado. De pronto, en plena noche cerrada, una cabeza se asoma, y yo ahogo un grito, que nunca sale. La cabeza es menuda y es extraña, con los pelos hacia abajo y la frente en la barbilla, es una cara al revés, roja y horrible. Entonces, en posición fetal, rezo para que todo pase. Y es ahí, cuando me entra el frío, me sudan las manos, y el suelo me oprime más que en cualquier otro momento.
A veces, un rugido me despierta. "¡Mamá!", dice el monstruo. Luego susurran, y sé que hablan de mí. Lloro, lloro porque no tengo con quien hablar entre susurros. Pero sueño con salir, sueño con que el de ahí arriba un día vuele, se vaya. Sueño con reunirme con otros monstruos, y hacer fiestas en armarios, calles oscuras y demás. Sueño con la libertad, monstruosa libertad.
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