jueves, 28 de octubre de 2010

EL CIRCO


¡¡¡¡¡¡Damas y caballeros, niños y niñas, ha llegado el circo!!!!!. ¡¡¡¡¡¡Bienvenidos al espectáculo más espectacular del mundo!!!!!!. ¡¡¡¡¡En el que la magia y la fantasía se vuelven realidad!!!!!!, ¡¡¡¡¡adelante!!!!, ¿están dispuestos a pasar un buen rato?, ¡¡¡¡pasen y vean!!!!.

El circo en sí, no está tan mal, tiene sus cosillas, pero bueno, como todo.

Lo primero que me choca del circo, es que, de cada cosa que hacen sus participantes, han desarrollado una profesión. Como los trapecistas.



Que aunque es una cosa bastante seria y peligrosa, suena a guasa:

- ¿Tú a qué te dedicas?

- Yo soy abogado, ¿y tú?

- Yo soy médico, ¿y tú?

- Yo soy trapecista

No suena muy prestigioso, no es para que una madre esté orgullosa. Lo bueno de los trapecistas es, que son los únicos que han conseguido que las matemáticas, parezcan divertidas. Porque cuando estudias geometría, hay muchos polígonos. Está el cuadrado, está el triángulo, está el rombo, y….. el trapecio. Y mola que haya gente que coja estos nombres, pero… hay que darle un sentido.

O sea, tú llamas “cuadrado”, a un tío que se machaca en el gimnasio, y que tiene una espalda dos por dos, vale. Si tú cojes, no uno, sino dos rombos, y los pones en una esquina de la tele, haces que la programación tenga un poco más de chicha. Pero… si tú coges dos cuerdas atadas a un palo, y las cuelgas del techo, no le llames trapecio. Porque eso confunde. Además que, eso en vez de trapecio, lo tenían que haber llamado; columpio de loros, y hubiera sido más exacto.

Luego están los malabaristas.



Que son gente, cuyos instrumentos de trabajo son; pelotitas, platos, discos, vamos…. lo mismo que utiliza mi perro para jugar. Y luego hay algunos malabaristas que para intentar que su curro mole más, les prende fuego a los palos, y hay que reconocer que el resultado es muy espectacular.

Pero para gente que le gusta jugar con fuego, están los faquires.



Los faquires son gente que no siente dolor, o lo disimulan muy bien. Que por ejemplo cogen, y se tumban en una cama hecha con clavos, que yo me pregunto; ¿estos no habrán visto nunca el anuncio de colchones de LoMonaco?. O sea, aquí el que sufre es porque quiere o porque es pobre.

Pero los faquires también se dedican a tragarse espadas, que de verdad me gustaría saber cómo lo hacen, no por hacerlo yo, que en principio ya como bastantes lentejas en casa, y no voy falto de hierro, pero sería curioso. Aunque lo que más me flipa de los faquires es, cuando apagan antorchas con la boca, o sea, es como los dragones pero al revés, en vez de escupir fuego, se lo comen. Pero para esto, hay que ser abstemio, porque si eres de los que beben más que los peces en el río, una vez te metas la antorcha en la boca, puedes convertirte en un lanzallamas, y tirarte tres días ardiendo.

Otro muy curioso son los domadores de fieras, que mucho mérito tampoco tienen. O sea, yo cojo un látigo o un palo y a base de latigazos, los animales también me hacen caso a mí.



Yo no estoy a favor de los circos con los animales. Especialmente porque son los que dan pie a las exageraciones en los carteles. Un circo llega a tu ciudad, y te la empapelan de arriba abajo con carteles, que lo ves de lejos, y piensas; ¿qué pasa?, ¿ya son las elecciones? ¿o qué es esto?. ¡¡Pero no!!, es el circo, que acaba de llegar.

Y en los carteles por ejemplo, te sale; un tiburón blanco, luchando contra un rinoceronte africano, que al mismo tiempo, está atacando a tres tigres albinos a la vez, todo esto dibujado. Luego vas al circo, y te sacan un pez muy grande de colores, luchando a muerte con un gato un poco gordo. No os fiéis de los carteles, ni os fiéis tampoco de los circos, porque aparte de los carteles, se parece mucho a la política, ¿por qué?, pues porque están llenas de payasos.



Los payasos. Nunca te puedes fiar de una persona altruista y benévola, que viene a ti con el único propósito de hacerte reír, para que pases un buen rato, sin pedir nada a cambio. No te puedes fiar, oculta algo seguro, algo maligno.

Punto número uno; la cara pintada de blanco, ¿por qué?.

Punto número dos; la nariz roja, ¿a santo de qué?, la nariz roja sólo la tienen los mandriles, los borrachos, y el reno Rudolf de Papá Noel. Yo no le veo el punto cómico de tener la nariz roja.

Punto número tres; la ropa. Tantos colorines, ponen nervioso a cualquiera.

Punto número cuatro; los zapatos. ¿Tú sabes el trauma que le puedes causar, a la gente que tenga los pies grandes?.

En resumen. La gente del circo son gente entregada y comprometida a una noble causa, que es la de entretener y hacer felices a los demás. Y es una tarea muy noble, además de ese rollo nómada de cada semana en un pueblo diferente. Pero si algo, hay que reconocer, es que, una de las cosas más difíciles de conseguir en esta vida, es hacer que la gente se ría, y lo pasen bien, y sólo por eso, le muestro mi más profundo respeto.

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