Hace algún tiempo, incluso años, Laurita, una niña preciosa con pequitas, muchas pequitas, demasiadas pequitas, es más, parecía mulata. Laurita, esta niña que parecía mulata por sus pequitas, cumplía diez añitos y sus padres le regalaron un gatito precioso.
Ella muy feliz se quedó mirando al gatito y dijo;
- “¡¡Mamá, mamá, mira como se acerca a la ventana!!” “¡¡mamá, mamá, mira como el gato se cae quince pisos!!” “¡¡bajaré a por él!!”
Al gatito ya sólo le quedaban seis vidas.
Al día siguiente, mientras la familia veía la tele feliz, la niña se fijaba en el gatito y dijo;
- “¡¡Mamá, mamá, el gatito en lugar de su pienso, se está tomando el veneno de cucarachas!!” “¡¡se lo ha tomado entero!!”
El gatito se puso verde y pegaba saltos.
Cuando el gatito se recuperó, ya sólo le quedaban cinco vidas. Intentó beber agua, pero como no veía, en lugar de ir a su platito, empezó a beber agua metiendo la cabecita en el acuario de las pirañas, se inclinó demasiado hacia adelante y cayó, lo sacaron, pero seguía vivo, solamente le quedaban cuatro vidas.
Entonces el padre después de mucho pensar dijo;
- “¡¡Familia!!” “¡¡el problema de este gato es la vista!!” “¡¡ahora veréis que pronto lo soluciono!!”
Fue al botiquín y cogió unas gotitas de colirio, se las echó al gatito en los ojos, de repente el gatito empezó a ver, se dirigió a la ventana y vio a un ratón a mil trescientos cuarenta y nueve kilómetros, salió corriendo y a las dos horas lo trajo en la boquita.
- “¡¡Oh Dios!!” “¡¡qué bien, el gatito ya ve!!” – dijo Laurita
Pero ni corto ni perezoso, el gatito dejó al ratón en el suelo y se puso a leer el periódico, daba gusto, ya eran una familia feliz. De hecho, cuando tenían que firmar un contrato, se llevaban al gatito para que leyese la letra pequeña.
Y colorín colorado este cuanto os ha emocionado.
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