jueves, 4 de marzo de 2010

LAS PAPELERAS


Voy a hablar de unos pequeños seres, a los que no se les trata con el cariño que se merecen, contra todo pronóstico; las papeleras.

Las papeleras, jalonan nuestra vida desde la infancia. La papelera de colegio, por ejemplo, una papelera que se alimenta de albóndigas de papel, de virutas de sacapuntas, y de chicles.

Las papeleras de colegio, tienen forma de canasta de baloncesto, y eso hace que de pequeños, desarrollemos el impulso irrefrenable de tirar a canasta.

Tu estás en el cole, y es imposible no hacerlo. Haces una pelota de papel, podrías levantarte, pero no, hay que tirar a canasta, entonces tiras, y el problema es cuando no encestas, porque hay que ir allí, levantarse y volver a meterlo.

Que yo no sé, porque duele tanto. No sé si es el esfuerzo de levantarnos, o la humillación de no haber encestado. Lo peor es, que cuando estás allí, te agachas, coges la pelota, la echas y vuelves a fallar. Que se han dado casos de gente que ha llegado a fallar hasta nueve veces seguidas. Y te enfureces, y entonces ya claro, con la furia, pierdes tus papeles, y tiras con fuerza, y la pelota rebota dentro y sale para afuera. Y te quieres morir.

Y te dan ganas de tirarte a ti mismo dentro de la papelera, porque ya la última la tiras con furia.

Aunque hay algo peor todavía, que fallar nueves seguidas. Y es, cuando lanzas desde muy lejos, encestas, pero no lo ha visto nadie. Y vas a todo el mundo a contárselo;

- “¡¡Pero oye, lo has visto, lo has visto!!”, “¡¡que lo he metido desde aquí!!”

Y nadie te creerá.

- “¡¡Pero si te he visto antes nueve veces fallar!!”

Para eso si te ven, y nadie te cree.

- “¡¡De verdad, de verdad, lo juro, lo juro, usted chicle si me cree, verdad!!”

Y no te cree nadie.

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