jueves, 5 de agosto de 2010

LAS SILLAS


Las sillas son algo, que nos lleva mucho tiempo acompañando a lo largo de la historia, porque el ser humano antes de ser humano, era mono, de mono pasó a estar más erectus, pero como estar todo el día de pie, es muy cansado, se inventaron las sillas. Una silla es un mueble, que utilizamos para sentarnos y así descansar o estar más cómodos. Pero en realidad, la silla es el mueble más desdichado y desgraciado dentro del mundo del mobiliario.

Es posible que nunca lo hayáis llegado a pensar, pero a ti cuando alguien te cae mal, le sueles dar la espalda, pues a la silla constantemente le estamos dando la espalda, y eso no tiene que ser agradable para las pobres sillas, y mira que las pobres se están esforzando a lo largo de la historia para conseguir nuestro amor, pero no ha habido manera.

Al principio eran de piedra, y claro, ellas pensaban que era su dureza lo que hacía que la gente les diera la espalda. Luego pasaron a ser de madera, en un esfuerzo sobrehumano para agradarnos un poco más, pero la cosa seguía igual. Incluso hoy en día, ya son de materiales plásticos que son suaves y lisos, y hasta se han puestos cojincitos para que estemos más cómodos, y así le demos algo más de cariño, pero no hay manera, siempre le damos la espalda.

¿Qué pasa?, pues que las sillas ya se han resignado, y en su pequeño corazoncito de mueble, han acumulado una cantidad de rencor increíble. De ahí surgió la silla eléctrica. Que ella pensó; “¡¡así que nadie me quiere, todo el mundo me hace Bullying, y se ríen de mí, pues os mataré a todos!!”.
Pero no todas las sillas se lo tomaron de la misma manera, otras sillas siguieron esforzándose por ser bien vistas, y por fin recibir el agradecimiento que bien se merecían, y así nacieron; las sillas de ruedas. Ofreciendo su ayuda a quien más lo necesitaba, dando una posibilidad de movimiento a aquellos que no la tenían, o la perdieron.

Y fue en este punto, donde todas las sillas del mundo, se dividieron en dos bandos; las sillas buenas y las sillas malas.

Las sillas buenas evolucionaron aún más, para ser más cómodas, y ofrecernos mucho más confort, pero renegaron de su nombre, y optaron por otro nuevo, así rollo “borrón y cuenta nueva”, y empezar de cero. Se convirtieron por ejemplo en butacas de cine. Incluso las más bondadosas evolucionaron en algo infinitamente superior; los sofás.

Que eso sí que es bonito y agradable. O sea, tú te sientas en un sofá, y como son tan cómodos, acabas tumbándote, te quedas dormido, y te acabas echando una siesta, y así consiguieron los beneficios de las camas, las pobres sillas ahora convertidas en sofás. Y ya nunca más le dimos la espalda.

Pero también hubo el lado oscuro sillil, un lado oscuro que decidió conservar su nombre de silla, por el honor y el orgullo que les caracterizaba por sentirse tan sillas. Las más radicales fueron las sillas eléctricas, como ya he mencionado antes, incluso otras llamadas sillas de tortura. Pero otras sillas decidieron volcar toda su maldad de una manera muy sutil, y más disimulada, por ejemplo; las sillas de clase.

No importa si son del cole, del instituto o de la uni, son unas sillas demoníacas. Que tú te sientas y no lo notas, pero poco a poco, según pasan los minutos, te van provocando un terrible dolor en aquello que tanto odian, la espalda y el culo. Tú no te das cuenta, pero a la media hora, tu culo empieza a tomar una forma apaisada, casi plana, hasta llegar al típico hueso del culo, y duele, pero no sólo eso, tu espalda acaba cediendo al peso de tu propio cuerpo, y al final se acaba curvando, que pareces el jorobado de Notre Dame. Ésa es la venganza silenciosa de las sillas del cole.

Y ya por último, existe una especie una facción de las sillas, que ya no entienden ni de rencor, ni de amor ni de nada. Son las sillas indiferentes, disidentes de su estirpe; los taburetes.
Se extirparon la parte del respaldo, convirtiéndose en una especie de silla, en la que lo único que prevalece es el asiento. Tú vas con toda tu buena fe a sentarte ahí, y no hay opción de estar cómodo, porque no hay dónde apoyarse, pero a los taburetes no les importa eso. Ellos ya no se preocupan por nosotros, simplemente existen como tal.

Sí es cierto, que muchas veces la usamos como si fueran una miniescalerilla, y la usamos para alcanzar sitios donde no llegamos, poniéndoles los pies encima, pero a ellos le da igual.

En cualquier caso, este mundo de las sillas, es amplio y extenso, así que cuando os sentéis en cualquier tipo de asiento, pensad en el corazoncito de madera, o de polietileno de las sillas, y de vez en cuando, agradecedle el hecho de que os estén aguantando, porque sólo ellas saben lo pesados que podéis llegar a ser.

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