sábado, 7 de agosto de 2010

LOS CUENTOS INFANTILES






Los cuentos infantiles no hay por dónde pillarlos. Por ejemplo el cuento de Caperucita Roja.





Una niña supermaja, que le llevaba comida a la abuelita en su cestita, que por alguna extraña razón, en un pueblo de unos seis habitantes, la abuela vivía en el bosque, así que, por lo que se ve, Caperucita Roja no tenía un nombre normal, porque claramente era una hija no deseada, porque si tú sientes amor por tu hija la llamas Ana, Laura o María, y no la llamas como una prenda de vestir. Que es como si vuestros padres os hubieran llamado Pantalón Verde o Camiseta Azul.

Otro personaje del cuento, es el lobo, que quería comerse a Caperucita Roja, pero se ve que le gustaba currarse las cosas, porque en vez de atacarla frontalmente, desgarrarla y destriparla hasta que sólo quedasen los huesos, porque no nos olvidemos que estamos hablando de un animal salvaje y depredador, pues el bicho se pega un sprint bastante serio hasta la casa de la abuelita, una vez allí se la come, que ya hay que tener estómago y poco respeto por la tercera edad, para comerte una señora de ochenta y pico años, se viste con sus ropas y se mete en la cama.

En esto que Caperucita llega a la casa de la abuelita, y bueno…. una de dos; o Caperucita tenía un problema de miopía bastante serio, o la abuela tenía más pelo que Chubaka, porque no se da cuenta de que lo que está metido en la cama, no es su abuelita, sino un lobo.
Pero bueno, Caperucita sin darse cuenta de nada, le pregunta al lobo, que se ve que se había tragado todos los episodios de Barrio Sésamo en un día, rollo “Maratón Don´t Stop”. Le preguntaba;

- “¿Y esas orejas tan grandes que tienes, para qué sirven?”

Y el lobo, que se lo había estudiado la noche anterior:

- “¡¡Son para oírte mejor!!”

Y Caperucita:

- “¿Y esa nariz tan grande, para qué sirve?

Y el lobo:

- “¡¡Es para olerte mejor!!”

Aunque lo mejor del cuento, es el final. Porque al preguntarle por su boca, el lobo al que por fin le había llegado su momento de gloria, que llevaba planeando, le dice:

- “¡¡Es para comerte mejor!!”

Y se la zampa.

Pero en esto, que aparece un cazador, se carga al lobo, le raja la tripa, y de ahí saca a Caperucita y a la abuela… ¡¡vivas!!.

Vamos a ver, ¿estamos seguros de que el malo del cuento era un lobo, y no una boa constrictor?. Quiero decir, ¿este lobo no masticaba, o que?. Y en el caso de no masticar, ¿cuánto tarda un lobo en hacer la digestión?. Y mejor aún, ¿cómo se sobrevive dentro del estómago de un lobo?, ¿hay bombonas de oxígeno?. Porque lo mismo, antes de trincarse a la abuela y a la niña, se había tragado a un buzo, y compartían la bombona, porque si no, no lo entiendo.

Pero no sólo eso, ¿y el cazador?, no veas que instinto, porque sin que nadie le avise ni nada, entra en casa de una anciana indefensa, y se encuentra un lobo al que matar. A no ser que, todo fuera pura casualidad, y en realidad sólo entraba en casa de la dulce abuelita, porque tenía un lío con ella.

Luego está el cuento de los tres cerditos:




Que básicamente eran tres hermanos cerdos, pero no cerdos como todos los tíos, sino cerdos de animal, esos que te contagian la gripe y la palmas. Pues como en todas las familias, había un hermano listo, uno medio listo y uno subnormal. Pues bien, en este cuento, los hermanos cerditos deciden emanciparse, y cada uno se hace una casa.

El subnormal piensa, - “¡¡total, para el porvenir que tengo, una casita de paja, y voy que me estrello!!”, “¡¡total, es que da igual!!”.

El medio listo, que es más pijo, piensa; - “¡¡yo una casa no me hago, yo me construyo un apartamento rústico, todo de maderita barnizada, todo supercool, vale!!”.

Y el inteligente piensa; - “¡¡pues tal como está la vida, yo voy a invertir en ladrillo, que me han dicho que esto dentro de unos años aparecerá no sé qué historia de una burbuja inmobiliaria, y así podré especular un poco!!”.

En esto que vuelve a aparecer un lobo, como malo de la historia, pero no el lobo – boa constrictor de antes, no. Éste es el ser vivo, con la potencia pulmonar, más increíble de toda la historia de la naturaleza, desde que el planeta da vueltas.

Entonces aparece el lobo, y cada cerdo se mete en su casa para salvar su vida, que yo no sé qué manía tienen los lobos con comerse a los protagonistas de los cuentos. Pero este lobo, que era todo un poeta, dice algo así como; “¡¡soplaré, soplaré y la casa tiraré!!”. O sea, sublime. Música para mis oídos. No tengo palabras. Ni Federico García Lorca, ni Unamuno, ni Espronceda. El lobo de los tres cerditos. Donde se ponga él.

Entonces el bicho, va primero a la casa de paja, coge un poco de aire, pero nada, lo normal. Empieza a soplar, desencadena un tornado de fuerza D25 y la casa sale volando, pero el cerdito subnormal se salva milagrosamente, no me preguntéis cómo. Y corre a refugiarse al apartamento del cerdito medio listo, y más de lo mismo; “¡¡soplaré, soplaré y la casa tiraré!!”, tornado de fuerza D53, y el chalet rústico a tomar viento, y nunca mejor dicho.

Pero mira que son listos estos cerditos, corren a refugiarse a la casa del cerdito listo, ahí bien fuerte, hecha de cemento y ladrillo, una casa curradísima. Y el lobo ya, echando los pulmones por la boca, pues más de lo mismo; “¡¡soplaré, soplaré y la casa tiraré!!”, pero la casa no la tiró, pero ¿por qué?, porque está superbién construida, pues no, porque el cerdo inteligente, que fue el primer especulador inmobiliario de la historia, seguro que se agenció los fondos reservados para la compra de materiales, y la casa en realidad era una mierda de pladur mal hecha, pero… ¿qué queréis?. Tú te crees que el lobo, por muy lobo que sea, después de desencadenar dos tornados de fuerza mayor, ¿le queda fuerzas para algo?.

Que ya estaba hecho polvo, que ya ni poesía ni tonterías. Si por poco no la palma, por el sobreesfuerzo. Entonces le da un arranque da rabia, después de todo el curro hecho. Y le entra complejo de Papa Noel, intenta colarse por la chimenea de la casa, pero el cerdo listo que además era muy “apañao”, estaba preparando un caldito de pollo, la mar de rico.
Así que el lobo se cae en la olla gigante de caldo hirviendo, se escalda, y decide hacerse vegetariano.

La moraleja de este cuento es: no te mates mucho en hacer las cosas, porque te lo curres más o menos, siempre puede aparecer un desgraciado con malas intenciones, y fastidiarte la historia, con un simple soplido.

También está el cuento de: Pedro y el lobo.



La historia es que había un niño que era un poco cabroncete, por decirlo suave, que le molaba dar falsas alarmas, y asustar a la gente, y se ponía a gritar; - “¡¡que viene el lobo, que viene el lobo!!”. Entonces veías a todos los pastores guardando a las ovejas en la granja, o sea, lo típico. Y bueno, luego el chaval partiéndose la caja; - “¡¡que era broma, hombre, si es que… inocentes!!”.

Y claro, como estuvo repitiendo la broma durante siete meses a diario, pues los pastores ya no se lo creían. Hasta que, una vez fue verdad que vino el lobo, y se pegó un atracón de ovejas que no veas. Que en parte yo me alegro, porque creo que es el único lobo de la historia de los cuentos, que tiene final feliz.

Lo que no se explica en el cuento, es que Pedro, tuvo que exiliarse del país, y hoy en día es un fugitivo de la justicia, porque se enfrenta a un pleito, y le piden un pastón en daños y perjuicios por calumnias e injurias.

La moraleja está clara: mejor no mientas, o te demandarán.

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