jueves, 20 de agosto de 2009

LOS PLATOS


Hoy quería elogiar, a unos pequeños seres, a los que les debemos mucho, pero que nadie, ha reparado en el gran bien, que han hecho para la Humanidad; los platos.

Porque si no hubiera platos, tendríamos que comer directamente encima de la mesa, y luego habría que echar las mesas a lavar, y entonces el lavaplatos, no se llamaría lavaplatos, se llamaría lavamesas, y sería un aparato bastante más grande y más incómodo, y claro, imaginad al pobre hombre de Calgón, cambiando las resistencias de un lavamesa, una resistencia del tamaño de un somier, la resistencia toda llena de cal.

El pobre señor de Calgón; - ¡¡señoras, por favor, echen Calgón en su lavamesas, que cambiar las resistencias, es peor que hacer una mudanza!!.

Y claro, esos señores de Calgón, cobrarían una pasta impresionante, y estarían supercachas, y serían multimillonarios, y superfuertes, y serían considerados semidioses.

Pero esto no pasaría, gracias a los platos.

Pero es que, los platos son una familia; el hermano mayor, es el primer plato, el plato hondo, el plato sopero, ese plato barrigón, que es normal que sea barrigón, porque solo se alimenta de potajes, y fabadas, y cosas de cucharas, y se guarda en una pila aparte, y que también es normal, porque todo el día comiendo fabadas y alubias, por la noche nadie quiere dormir con los platos hondos.

Todos hemos oído hablar del temido pedo de plato sopero, ese pedo de hermano mayor, ese pedo espeso, que agrieta el gotelé de las paredes, que se ve cuando las carreteras están calientes en verano. De hecho si al día siguiente te fijas, los platos están como empañados por el centro, nosotros no lo olemos, porque los pedos de platos soperos, huelen en una frecuencia distinta, y solo lo pueden oler ellos, y los gatos.

No os habéis fijado nunca, que los gatos de repente hacen que están como atentos, y de repente salen corriendo, ¡¡eso fue un pedo de plato sopero!!.

Y el que lo sufre, es su hermano, el segundo hermano, el plato llano, el más común, el plato de filete, ese es el plato mas sufrido, porque cada vez que nosotros pinchamos o cortamos el filete, se corta y se pincha en su espalda.
Cierto es, que rara vez se queja, y solo cuando no aguanta más, hace; ¡¡ñiiiiic!!!.

Y luego está el hermano pequeño, que es el plato de postre, ese plato pequeño, pequeño plato, para tarta helada, melocotón en almíbar, o pera. Ese plato está mal pensado, porque resbala, o sea, la última cucharada de la Contessa, tienes que perseguir a ese último trocito, lo tienes que rodear, cercar.... ¿por qué no hacen ese plato con el fondo enmoquetado?.

Luego están los primos espurios de la familia de los platos; el primo pobre, el plato de cartón de cumpleaños, ese triste plato que tiene dibujado a Mickey Mouse, celebrando una fiesta mucho más divertida que la tuya. Ese plato endeble, dúctil, maleable, que te comes la tarta y se dobla.

Y luego está, el primo rico de los platos, la alta alcurnia de los platos, la sociedad elegante, la elevada; el plato decorativo. Ese plato que está en la pared, con una escena como de carrozas inglesas o de chinos en cojines.

Yo recuerdo que de pequeño, me preguntaba, ¿para qué está ese plato en la pared?, ¿será por si algún día viene a comer Spiderman?.

Y no, no es así, porque gracias a Dios, no tendrá que venir nunca Spiderman a comer, porque gracias a Dios existen los platos, y gracias a Dios no vivimos dominados en un mundo llenos de rudos y musculosos hombres de Calgón. Gracias a Dios.

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