miércoles, 16 de septiembre de 2009
LOS LÁPICES
En los lápices, se ve claramente qué tipo de personas somos.
Los lápices dicen mucho de las personas; “Dime cómo muerdes el lápiz, y te diré quién eres”.
Imaginemos el lápiz clásico, el modelo Abeja Maya, negro y amarillo. Bueno, pues están los que roen la tapita de arriba, que es roja, y dejan el lápiz como con una calva rara. Eso quiere decir, que vas a ser un tío metódico, ingeniero o arquitecto.
Por cierto, esa tapita sabe a rayos, se te atraganta, mancha los dientes, y estropea el lápiz, pero no podemos evitar morderla.
Luego están, los que muerden los lápices de lado, hasta que lo parten por la mitad, y se ve entera la tripa del lápiz. Si eres de los que dejan esta tripa negra al aire, quiere decir, que de mayor vas a ser forense.
Y después está, el lápiz azul, que tiene una zona reservada, para escribir el nombre. Pone “NAME”. ¿Para qué se molestan?. No hay ni una sola persona en la historia de los lápices, que haya puesto ahí su nombre. Es absurdo, ¡¡si te lo vas a comer!!. Es como poner tu nombre, en una mandarina.
Accesorio indispensable para el mantenimiento del lápiz, es el sacapuntas. Un sacapuntas, es como un coche: como te salga malo, va a estar dándote problemas desde el principio hasta el final. Estás afilando y se rompe, vuelves a empezar, se rompe otra vez... Pero, de repente, te pones y no se rompe. Y sigues dándole vueltas al lápiz y no se rompe, no se rompe.... pero tampoco afila. Resulta que se ha quedado un trocito de mina encasquillado, y no se puede hacer nada.
Raras veces cae un buen sacapuntas, en nuestras manos. Uno de esos, que te saca la loncha de madera entera. Como un abanico.
Los lápices dicen mucho de las personas, y aunque no se puedan afilar, dime cómo muerdes tu lápiz, y te diré quién eres.
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