lunes, 14 de septiembre de 2009

LOS CHARCOS


Los charcos, son unos de los seres, más pisoteados de la Historia.

Desde que somos pequeños, nuestra obsesión principal es meternos en los charcos. Y por supuesto, la obsesión de nuestras madres, es que no nos metamos.
La frase es; “¿Qué te he dicho de meterte en los charcos?”.

Y por el tono, te imaginas que, lo que te ha dicho, será que no te metas. Es impresionante, las madres siempre llevando la contraria de lo que dicen los hijos. No aprenden nunca. Pero bueno, ya crecerán.

Sabemos muy poco sobre charcos. Porque para conocer una cosa, hay que meterse en ella, como un museo, o la casa de un amigo.
Normalmente, las madre dicen; “¡¡Si te vas a meter en los charcos, ponte katiuskas!!”.
Menos las madres de Venecia, que dicen; “¡¡Si te vas a meter en los charcos, ponte flotador!!”.

La Katiuska, se inventó para poder meternos en los charcos. ¿Habéis visto la huella que dejaron los americanos en la Luna?, pues eso es, una huella de Katiuska. Yo creo, que se las llevaron por si había charcos. Como tenían a las madres lejos, no podían decirles nada.

El hombre, con tal de meterse en un charco, es capaz de ir a la Luna o a Marte, para ver si hay agua. Me he dado cuenta, de que la Katiuska sirve de poco. Le pones al pie, un armazón de plástico, con forma de bota, para que no entre ni una gota de agua, pero dentro, el pie no transpira, suda.... y crea su propio charco. Luego, las carnes se reblandecen, la Katiuska se come al calcetín, y pasa lo que pasa, te pelas la espinilla, y se te ve el hueso.

Llegas a casa dolorido, con el hueso al aire, los pies empapados en sudor, y oyes a tu madre; “¡¡Qué te he dicho de meterte en los charcos!!”.

Hay varios tipos de charco:

- El charco normal, el de toda la vida.
- El charco normal, pero profundo.
- El charco casero; es el más terrible. Son unos charcos que no pisamos, me refiero a los que, salen dentro de casa. Cuando hay un charco debajo de la lavadora, o debajo de la nevera, te mueres.

Los charcos son como las mascotas, es una pena tenerlos en casa, están mejor al aire libre.

Además los charcos tienen una vida muy corta, porque son de piel fina y sensible, y el Sol les sienta fatal.

Así que, cuando volváis a ver un charco, miradlo a los ojos. Dejaos hipnotizar por su belleza. Pero mucho cuidado, que no pase un coche, y os empape.

1 comentario:

moderrunner dijo...

Los charcos con katiuskas, qué de recuerdos.

Divertido, interesante y desde luego guay... me ha encantado.

Saludos