martes, 22 de septiembre de 2009

LOS GOLPES TONTOS


Hoy voy a escribir, sobre un tema muy serio, que lo más seguro es, que lleve a la extinción a la raza humana: los golpes tontos.

Por ejemplo, en la cocina. Estás buscando una cacerola, y abres un armarito... ahí no está. Pero la puerta del armarito, se queda abierta. Te agachas, abres uno de los armaritos de abajo, coges la cacerola, te levantas y ¡¡zas!!.

Notas que la esquina, te pela el cuero cabelludo. La notas... Y lo más impresionante es que, si alguien está cerca, también lo nota.

Todos los que te están mirando, cierran los ojos, como diciendo: “¡¡Ay, ay, ay, ay!!”. Y tú dices: “¡¡Joooo..., que me he dado yo!!”. “¡¡No me quitéis protagonismo!!”.

Los golpes tontos, nos los damos en todo el cuerpo: ¿Quién no se ha levantado alguna vez, en medio de la noche, a por un vaso de agua?. Está todo oscuro, vas descalzo, y le pegas un patadón a la pata de la mesa, con la punta del meñique.

No hay consuelo para ti. Porque no puedes gritar. ¡¡Como es de noche!!. Entonces pones caras. Sabes que ahí, hay treinta segundos de dolor intenso, que no te los quita nadie. No es como cuando te das con la puerta del armarito de la cocina, que como hay gente delante a la que le duele, pues a ti te toca menos dolor.

¡¡No!!. Aquí es todo el dolor, para ti solito. No hay nadie. Te tiras al suelo, te agarras el pie, bailas... Dices: “¡¡Ya que nadie me ve, al menos voy a hacer un poco el tonto!!”.

¿Quién no se ha dejado caer alguna vez, sobre un mullido sofá?. Pero sin hacer bien el cálculo. Y donde crees que te vas a encontrar blando cojín... hay duro apoya brazos.

Otra manera de automutilarnos es, comer pizzas de microondas. Es inevitable: tú ya lo sabes. La acabas de sacar del microondas, y echa humo. Sabes que te vas a quemar. Pero es inevitable. Siempre nos quemamos con el primer mordisco de la pizza de microondas.

Pero no es una quemadura de: “¡¡Huy, huy, me quemo!!”. Y ya está. No. La pizza de microondas te derrite el paladar. Te lo despelleja. Lo único que te queda medio sano es la lengua. Pero tampoco. Porque luego te la muerdes. Uno está tranquilamente comiendo, y, de repente: “¡¡ñaca!!”. Y notas cómo te late la lengua.

En definitiva: ¡¡a ver si tenemos un poquito más cuidado!!.

1 comentario:

vanessa rodriguez magallon dijo...

¡AUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUCHHHHHHHHHHHHHHHHH!